En la actualidad, muchas de las personas sufrimos de un mal cotidiano, que puede resultar en un obstáculo importante para conseguir nuestros objetivos, este mal es la procrastinación. La procrastinación puede definirse como la conducta de posponer actividades poco placenteras, a pesar de conocer las consecuencias negativas que esto pudiera tener, por realizar actividades más placenteras en ese momento.
Vamos a poner un ejemplo para no tener ninguna duda sobre qué es la procrastinación; imaginemos que tenemos un trabajo muy importante, de la escuela o el trabajo, y que este debe ser entregado dentro de una semana. Ahora imagina que sabes que este trabajo es sumamente importante y el no entregarlo o no hacerlo de manera adecuada te traerá consecuencias muy malas.
Sin embargo, imagina que, aún cuando sabes eso, vas aplazando las actividades relacionadas con este trabajo y en su lugar realizas otras actividades que disfrutas mucho más (ver tus redes sociales, ver algo en la tv, etc.). Por último, imagina que estando muy cerca de la fecha de entrega, comienzas a hacer el trabajo y te sientes muy presionado por terminarlo a tiempo. Puede ser que termines el trabajo y todo esté bien, pero también puede pasar que no concluyas el trabajo o que tengas consecuencias negativas al no estar bien hecho. ¿alguna vez te ha pasado?
Todos en algún momento hemos procrastinado, y es que el relajarnos al hacer cosas que disfrutamos no está mal, pero cuando esto se interpone en nuestras metas a largo plazo (como pasar de grado o ascender de puesto), comienza a ser un problema que debemos resolver. Primero que nada, cuando tengas una tarea importante por hacer, es esencial que tengas presente cuál es esa meta a largo plazo a la que te ayudará a acercarte esta actividad.
Es decir, cuando tengas un trabajo visualiza hacia dónde quieres llegar y cómo esta actividad en particular te puede ayudar a acercarte más a ese objetivo. Para este fin, puedes tener recordatorios visuales de este objetivo (fotos, imágenes, frases, etc.), a los que puedas acudir cuando no quieras hacer nada.
En segundo lugar, identifica cuál es la razón por la que estás procrastinando. Es decir, identifica tus emociones y pensamientos cuando procrastinas. De manera muy general, la procrastinación puede deberse a que la tarea nos parece muy aburrida, incómoda, poco importante o, por el contrario, creemos que es tan importante que nos genera ansiedad pensar en fallar, y preferimos evitar sentir ese malestar. Si lo que te sucede es que consideras poco importante la actividad, recuerda tu objetivo final; pero si lo que te sucede que es la percibes muy importante y genera ansiedad, es vital realizar estrategias que te relajen y recordar todos los objetivos que has logrado.
Como tercer punto, independiente de la razón por la que procrastinas, es muy importante que dividas esa actividad en pequeñas tareas que puedas realizar más fácilmente. Por ejemplo, si tienes que realizar una presentación, podrías dividir esa actividad en tareas pequeñas como: define los subtemas que debas cubrir, lee sobre cada uno de los subtemas, realiza un resumen de cada subtema, realiza el archivo de la presentación, entre otras. Esto te ayudará a percibir como menos tediosa la actividad, aumentará la confianza en ti mismo al terminar tus tareas, y aumentará tu motivación para continuar con las tareas que te faltan.
Recuerda que siempre puedes hacer actividades que en su momento son más placenteras que otro tipo de tareas; sin embargo, toma en cuenta que este tipo de actividades pueden usarse a tu favor al ser tu recompensa por haber realizado esa otra tarea importante. Lo que lograrás es aumentar la probabilidad de que realices tus obligaciones y procrastines mucho menos que ahora.