El mundo que hasta ahora hemos construido le ha dado en general poca importancia a la salud mental y al desarrollo de nuestra inteligencia emocional. Es apenas en décadas recientes que ha cobrado importancia. Los altos índices de problemas relacionados con la salud mental como depresión, ansiedad, problemas con el consumo de sustancias adictivas, suicidios, etc., evidencian la necesidad que tenemos como sociedad de darle el valor justo de aprender a manejar nuestras emociones, a cultivar nuestro aprendizaje sobre el mundo emocional, a construir una nueva relación con ellas, más saludable, sin restarle importancia, sin evitarlas, es decir, en convertirlas en nuestras aliadas.
Para esta nueva relación es necesario tener claridad de que no se trata de darle más importancia a unas que a otras, no se trata de creer que la salud mental es estar siempre feliz, siempre positivo, no se trata de que la felicidad se convierta en una obligación. Las emociones son un mecanismo biológico que los seres humanos tenemos y que ha facilitado nuestra adaptación al mundo y por ende nuestra sobre vivencia, de esa magnitud es su importancia. Las emociones se expresan en nuestro cuerpo de cierta forma y tienen una función específica. Se ha identificado que tenemos emociones básicas y compuestas. Las emociones básicas las experimentamos todos los seres humanos independientemente de nuestro país y cultura.
El proceso básico de cómo una emoción se desencadena en nuestro cuerpo, es más o menos la siguiente: 1) en nuestro ambiente se presenta un estímulo; 2) lo percibimos a través de nuestros sentidos; 3) realizamos una evaluación e interpretación de ese estímulo (bueno, malo, peligroso, justo, injusto, etc.,); 4) se desencadena una emoción (miedo, tristeza, asco o repulsión, enojo, placer o alegría, sorpresa); y 5) una respuesta. Como nos podemos dar cuenta, esta primera cadena de eventos sucede de manera muy rápida, automática, por lo tanto no tenemos control de ello,intentar no sentirlas es imposible. Las emociones nos están comunicando algo, nos tratan de decir ¡ponme atención algo está pasando!
Un ejemplo del proceso antes mencionado sería: 1) sentado en mi casa se escucha un ruido fuerte (estímulo); 2) este estímulo lo percibo con mi sentido del oído; 3) se realiza una evaluación (peligro); 4) experimento emociones (sorpresa y miedo); 5) mi respuesta automática es voltear hacia donde considero que viene el ruido. Hasta aquí todo el proceso ha sucedido de forma automática.
Posteriormente sucede otra cadena de eventos que hace el mundo de las emociones y nuestro comportamiento más complejo y más emocionante. Imaginemos que después de que volteamos hacia dónde oímos el ruido 1) hay un plato roto tirado en el piso (nuevo estímulo); 2) es percibido por nuestro sentido de la vista; 3) nuestra mente realiza una segunda evaluación e interpretación (corrobora que el estímulo no es un peligro); 4) experimento una o algunas emociones (placer porque no hay peligro); 5) mi segunda respuesta automática es no moverme. Este segundo proceso también es automático.
El siguiente proceso es menos automático, es más consciente, nos da mayor posibilidad de tomar decisiones, imaginemos que después de que comprobamos que el ruido provino de que se cayó el plato y de que estamos a salvo, podemos decidir si recogemos, podemos decidir si lo dejamos ahí un rato más, o si por ejemplo si notamos que seguimos alterados o alteradas podemos realizar ejercicios de respiración para tener mayor tranquilidad, etc.
Como hemos visto las emociones son muy importantes para nuestra vida, están diseñadas para ayudarnos a nuestra adaptación y sobrevivencia del mundo, son nuestras aliadas porque nos comunican que está sucediendo algo que hay que atender. Es necesario conciliarnos con ellas, conocerlas a profundidad y aprender a regularlas para cuidar nuestra salud mental. Exploramos además el proceso básico en la que se desencadenan, los sucesos automáticos que intervienen y el momento en el que tenemos mayor rango para nuestra toma de decisiones.