Las emociones son un mecanismo biológico natural que nos ha facilitado nuestra adaptación y sobrevivencia en el mundo cambiante, por lo tanto son nuestras aliadas; sin embargo, algunas de ellas no son tan agradables y, en ocasiones, la manera en la que las tratamos de regularlas nos traen en realidad más problemas.
La ansiedad es una de esas emociones que tal vez nos gustaría evitar sentir y que seguramente la hemos experimentado con mayor frecuencia e intensidad en el contexto actual de incertidumbre, encierro, menor interacción social con personas significativas, pérdida de empleo, disminución de ingresos, mayor demanda de cuidados, etc.
Mi primera recomendación es entonces, establecer una relación distinta con nuestras emociones en general y en particular con la ansiedad, veamos a nuestra ansiedad como aliada, nos está intentando decir algo, vamos a conocerla, vamos a quitarle la etiqueta de emoción negativa. La ansiedad se activa cuando el contenido de nuestros pensamientos son sobre el futuro, generalmente sobre un futuro catastrófico (todo va a salir mal), nos imaginamos el peor escenario y nos lo creemos, damos casi por sentado que así será y entonces la ansiedad se activa para prepararnos para esos escenarios.
La ansiedad entonces, nos está avisando que tenemos pendientes en nuestra vida que debemos atender, la ansiedad está siendo nuestra aliada. Ahora, vamos enfocarnos en situarnos en el presente y contestar las siguientes preguntas: ¿cómo experimento la ansiedad? ¿cómo se siente en mi cuerpo? ¿qué sensaciones físicas experimento, sudoración en las manos, mis latidos aumentan su ritmo, opresión en el pecho?, etc. Cada que experimentemos ansiedad, démonos un par de minutos para hacerlo, es importante empezar a darle prioridad a nuestra salud mental.
Una vez que hagamos esto, vamos a darle utilidad a mi ansiedad, hagamos una lista de todos esos pendientes y vamos a jerarquizarlos del más al menos importante, identifiquemos de todos ellos de cuáles si tenemos el control y de cuáles no (aunque quisieras); identifiquemos y cuestionemos qué tan probable es que realmente esa situación se presente como la estamos pensando (del 1 al 10 en donde uno es nada probable y 10 muy probable); ahora vamos a enfocarnos en identificar cuáles de ellos podemos solucionar ahora y cuáles después.
Posteriormente elijamos nuestras batallas y hagamos un plan para resolverlas. Hacer esto nos va a ayudar a tener un panorama más estructurado y a dimensionar nuestras preocupaciones, lo que, por consecuencia, disminuirá nuestra ansiedad, ya que cuerpo y mente están conectadas.
También es importante reflexionar sobre la forma en la que he manejado mi ansiedad (distrayéndome con alguna actividad, consumiendo alguna sustancia, descansando, etc.), sin juzgar si es una buena o mala forma de hacerlo. Después reflexionemos sobre las ventajas a corto y largo plazo que tenemos al manejar mis emociones de esa manera.
Por ejemplo, si cuando tengo ansiedad fumo, mis ventajas a corto plazo son que me siento mejor, con menos ansiedad, siento placer, a largo plazo ninguna ventaja; desventajas a corto plazo, tal vez que daño a mis pulmones, se impregna el humo, se irritan mis ojos, aumenta la probabilidad de padecer cáncer, no resuelvo el problema, desventajas a largo plazo incrementa posibilidad de tener cáncer, gasto de dinero, piel se daña, aumenta la probabilidad de generar dependencia. Este análisis de ventajas y desventajas sobre la manera en que estoy manejando mi ansiedad me permite identificar si estoy realizando una estrategia que no me conviene o me conviene poco, y así poder decidir si, me conviene buscar otras estrategias.
Finalmente, otra recomendación es continuar manteniendo una programación de actividades flexible para mí, de acuerdo a mis circunstancias y necesidades, que me permita en la medida de mis posibilidades llevar a cabo actividades que cultiven todas las áreas de mi vida (relaciones interpersonales, recreativa y descanso, salud física y mental, etc.), vamos a esforzarnos en enfocarnos en el presente, en lo que sí podemos controlar, en lo que nos da sentido de vida, en lo que sí tenemos.
Esta es una invitación a que en esta pandemia le des importancia a tu salud mental, te permitas experimentar tus emociones, conocerte mejor, tener una relación distinta con tus emociones, conciliarte con ellas y convertirlas en aliadas.