Anteriormente hablamos sobre cómo las emociones son muy importantes para nuestra vida, están diseñadas para ayudarnos a nuestra adaptación y sobrevivencia del mundo, son nuestras aliadas porque nos comunican que está sucediendo algo que hay que atender. En este artículo y el próximo artículo hablaremos sobre las seis emociones básicas, sus características y funcionalidad específica. Podemos decir que el asco, miedo, sorpresa, alegría, enojo y tristeza, son las 6 emociones que habitualmente son reconocidas como las emociones básicas que todos y todas experimentamos. O, dicho de otra forma, son los 6 colores de nuestra paleta, con los que somos capaces de pintar el resto de emociones complejas. Sin embargo, no siempre tenemos claro cómo se manifiestan estas emociones y cuál es su utilidad.
Parece que la expresión que se dibuja en nuestro rostro cuando la sentimos es muy parecida en todas las personas. De hecho, esto sucede con independencia del entorno en el que la persona se haya socializado. Además, igual que existe una similitud universal en nuestro rostro, también hay una activación muy parecida de nuestro sistema nervioso. Finalmente, destacar que los sucesos que las desencadenan son muy parecidos.
Asco
Es la emoción más desagradable de las seis. Tiene un gran poder para condicionar nuestro comportamiento, especialmente si hablamos de alimentos. La función del asco es protectora, no solamente para el momento en el que la experimentamos, sino también para el futuro, pues escribe con cincel en nuestra memoria. Es una emoción que dice: «Cuidado, no te acerques» o «Cuidado, no te vuelvas a acercar».
Miedo
El miedo es la emoción del peligro y la amenaza. Cuando la experimentamos, la activación que se produce en nuestro cuerpo es intensa. Esto es así porque intenta prepararnos para la lucha o para una huida lo más rápida posible. Cuando sentimos miedo automáticamente, nuestra mente, que es muy lista, le dice al corazón que se ponga a bombear más rápido y fuerte. La razón no es otra que preparar a los músculos para que actúen. Así, esta emoción es la que más presión interna produce y la que orgánicamente podemos aguantar menos tiempo. Sin embargo, el miedo en muchas ocasiones no surge ante un peligro real, sino ante «algo» que la persona percibe como tal.
Tristeza
Una de las funciones esenciales de la tristeza tiene connotaciones sociales, de tal suerte que la expresión de dicha emoción es interpretada como una petición o demanda de ayuda, consuelo y apoyo a los otros miembros del grupo o de la sociedad. De esta forma, se incrementa la cohesión social y la unión entre los miembros del grupo, fomenta la conducta de ayuda o conducta altruista. La manifestación de tristeza por parte de un miembro de un grupo permite transmitir información a los demás acerca del estado de pérdida que le caracteriza. Consiguientemente, los demás se aproximarán a la persona triste para arroparla y darle apoyo en un momento crítico. La expresión de tristeza es el desencadenante para que ese inicie una conducta social de cohesión y ayuda hacia quien experimenta dicha emoción.
Otra función importante de la tristeza tiene connotaciones personales, ya que, siendo la emoción más reflexiva que existe, permite que la persona haga introspección, realice un análisis personal acerca de su situación, su futuro y su vida en general. Dicha reflexión empuja al individuo a desatender ciertos estímulos del entorno que habrían sido relevantes en otra ocasión, y a centrarse en aquello que le afecta en ese momento. Es decir, la atención es dirigida hacia la eventual solución de su actual situación, realizando los ajustes necesarios para seguir llevando a cabo una vida adaptativa y saludable.
Hasta ahora hemos hablado sobre la función que tiene el asco, miedo y tristeza para nuestra adaptación y sobrevivencia, es importante mencionar que, ninguna emoción es mala ni buena, todas son importantes, aprender a identificarlas y utilizarlas son permitirá tener una vida más equilibrada.