El amor romántico es un modelo cultural, es decir un conjunto de conductas, prácticas y creencias que se refuerzan y otras que se castigan socialmente a través del cual entendemos el amor en las sociedades occidentales durante los últimos siglos. Para cada uno de nosotros y nosotras las relaciones de pareja adquieren una serie de funciones (apetitivas, aversivas, obtención de atención, reconocimiento, placer, evitar sentirnos solos o solas, lo que deben de ser y lo que no deben de ser, etc.,), basada en nuestras interacciones personales, familiares o culturales.
Sin embargo, a través de la legislación, de la religión, de las películas, la televisión, las novelas, etc., se nos enseña que el amor de pareja es el más importante y valorado de todos los otros vínculos afectivos que podamos tener (maternidad, amistad, vecindad, etc.,), se nos refuerza que, sin pareja, estamos solos o solas.
De ahí se desprenden una serie de mitos sobre el amor romántico que obstaculizan el establecimiento de relaciones de pareja saludables y que por el contrario refuercen relaciones que lastiman, generan daño e incluso violentan, ya que estos mitos contribuyen a que se refuercen una serie de expectativas hacia nuestra pareja y nosotros o nosotras que pueden ser poco realistas y que al entrar en conflicto con la realidad pueden generar mucho dolor y sufrimiento. Por ello, analizaremos algunos de estos mitos y expondremos una perspectiva realista de cada mito, además de algunas recomendaciones para que puedas identificarlos, cuestionarlos y comenzar a cambiarlos.
El mito de la media naranja, se refiere a que nuestra pareja es predestinada para completarnos y hacernos felices, de manera que pareciera ser la única o la mejor opción posible. El paradigma que engloba este mito es el de que solamente existe una persona a lo largo y ancho del mundo que es ideal para cada uno. Lo reforzante de esta creencia es que facilita que experimentamos mucha satisfacción cuando “encontramos a nuestra media naranja” porque así lo vivimos. Las principales desventajas de este mito son la frustración que puede llegar a generar cuando esta regla es confrontada con la realidad y nos lleva a aferrarnos a un vínculo solamente por vivir esa relación como que nunca jamás encontraremos a otro ser tan perfecto y, además, a vivir la posible ruptura como insoportable.
Aunque la metáfora de la media naranja puede aparentar ser muy romántica y tierna, resulta ser una forma engañosa de llenar un vacío, al adquirir un valor reforzante tan poderoso, es posible que terminemos presionando a esta persona para que satisfaga nuestras necesidades con la esperanza de que pensarán y actuarán conforme a dichas necesidades. Cuando creemos que la complementariedad perfecta existe, exigimos que nuestra relación encaje y que la emoción experimentada al inicio de la relación permanezca siempre así y nos resulta más fácil advertir sólo las facetas que valoramos positivamente. Así, la sobrevaloración de lo novedoso puede derivar en sentimiento de pérdida cuando aparece la rutina. poner demasiadas expectativas sobre el otro lo que genera conflictos, decepción, tristeza, etc.
Realidad ante el mito: No existen las medias naranjas, ni las otras personas ni nosotros somos la media naranja de nadie, no somos seres incompletos, somos personas irrepetibles, con errores y virtudes, así como nuestras parejas. Todas las relaciones serán diferentes, imperfectas y cada una será única. Es importante aceptar esa realidad y aprender a lidiar con ello.
El amor lo puede todo: Este mito hace referencia a la idea de que una relación de “amor verdadero” puede superar todos los obstáculos e impedimentos generados a lo largo de la relación de pareja. Además, este mito conlleva la idea de que el amor lo “cura” todo. Es decir, a la hora de solucionar los problemas, este mito asume que con amor es suficiente. Este mito es reforzante porque da la sensación de que mientras haya amor la relación “durará para siempre” lo que disminuye la angustia de la ruptura de la relación.
La realidad ante el mito: Es que el amor no lo puede todo. Los problemas de pareja no se solucionan únicamente con amor y cariño. Este mito genera una gran dificultad en el afrontamiento de las discusiones conyugales. En muchas ocasiones, el mito sirve de excusa para evitar afrontar ciertos cambios en la relación de pareja. Es necesario tener especial cuidado con este tipo de creencias, ya que pueden generar un gran daño en la relación de pareja.
El amor lo perdona todo: Este mito hace referencia a que el amor verdadero perdonará todos (sin límites) los errores y fallos de la pareja. Las posibles consecuencias de este mito es soportar cualquier tipo de situación perjudicial o de vejación en aras del amor, porque este todo lo cura y todo lo puede. Es saludable que, en cualquier relación, sea de pareja o no, practiquemos el perdón o aprendamos a aceptar el perdón que ofrezcan los demás ante nuestros o sus errores. Pero el perdón también tiene límites. Podemos perdonarlo todo, pero eso no nos obliga a permanecer al lado de esa persona una vez que lo hayas querido perdonar.
El problema en una pareja no es que se presenten discusiones, eso es algo casi inevitable en una convivencia. El problema qué es lo que estás dispuesto a perdonar para “salvar” la relación a pesar de sufrir y sufrir dentro de la misma. En ocasiones confundimos el perdón con soportar situaciones en las que te agreden física o psicológicamente, sufriendo “en nombre del amor”.
Realidad del mito: No se puede ni debe perdonar todo. En todas las relaciones, incluidas las de las parejas, es importante establecer “líneas rojas”. Cada persona puede establecer líneas rojas diferentes que dependerán de su escala de valores.
Para ser feliz tengo que tener pareja: Se nos transmite la necesidad de encontrar pareja para ser felices. Se ha impuesto como una meta necesaria para alcanzar la felicidad. A través de las películas infantiles, los anuncios, e, incluso los cuentos, se genera la idea de que la única forma de conseguir un bienestar total es a través de una relación de pareja. Lo reforzante de este mito es que facilita que experimentamos mucha satisfacción cuando tenemos pareja y se vuelve “nuestro mundo” obtenemos muchos reforzadores de la relación (atención, control, cariño, etc.). Dejamos de realizar otras actividades reforzantes, cultivar otras relaciones, cumplir otras metas, etc.
Realidad del mito: Es verdad que el amor hacia otras personas nos proporciona felicidad y bienestar. No obstante, el amor no solo se manifiesta hacia la pareja, sino que esta emoción también es compartida hacia familiares, amigos, compañeros de trabajo, etc. La felicidad se alcanza a través de la consecución de nuestras metas, siendo fiel a nosotros mismos y queriéndonos tal y como somos. Sentir amor hacia la propia persona es un pilar fundamental para alcanzar la felicidad y el bienestar, a la vez que es esencial para nuestra autoestima.