Anteriormente hablamos sobre la importancia de las emociones en nuestra vida, también abordamos tres de ellas y la principal función de cada una. En el presente artículo veremos las tres emociones restantes: sorpresa; alegría; ira o enojo.
Sorpresa
Es una emoción neutra en el sentido de que no produce un buen o mal estado emocional, es provocada por algo imprevisto o extraño. Los desencadenantes de la sorpresa pueden ser estímulos inesperados, irrupciones, cambios bruscos etc. La sorpresa es la emoción más breve y es precursora de otras emociones, congruente con la situación que la ha desencadenado (miedo, alegría, tristeza, ira). La sorpresa tiene la función de prepararnos para afrontar acontecimientos inesperados. Ante una sorpresa, sobre todo si es negativa, hay que reaccionar rápidamente.
Alegría
Es la emoción de la sonrisa y del bienestar. Opuesta en muchos aspectos a la tristeza. Suele ir acompañada de una gran carga de energía que nos da unas ganas enormes de ponernos a hacer cosas. El estado de ánimo que genera la alegría es el optimismo. Unas gafas con las que todo parece mejor. Algo que en sí mismo no es positivo, lo positivo es que hace mucho más poderosa esta energía que nos da la propia alegría.
Por lo tanto, tiene la función de suavizar la emoción negativa, reduce la ansiedad y el enfado. Hace de reforzador instrínseco, nos da la energía y motivación para esforzarnos y persistir en la consecución de metas, y disfrutar con las actividades que hacemos. Nos ayuda a no cerrarnos ante los problemas. Además, las expresiones corporales que produce en nosotros la alegría, informa a las otras personas de nuestra buena disposición para mantener una relación comunicativa o interpersonal.
Ira o enojo
El enojo es un estado emocional que varía en intensidad. Varía desde una irritación leve hasta una furia e ira intensa. El enojo puede ser causado por sucesos externos o internos. Nos podemos enojar con una persona específica o por algo ocurrido (embotellamiento de tránsito, un vuelo cancelado), o nuestro enojo puede ser causado por estar preocupados por nuestros problemas personales. Los recuerdos de hechos traumáticos o enfurecedores también pueden despertar el enojo. Su función es la de ayudarnos a adaptarnos a las amenazas, e inspira sentimientos intensos y conductas que nos permiten luchar y defendernos cuando nos sentimos atacados.
Finalmente, podemos concluir que todas las emociones son igual de importantes ya que todas nos ayudan a prepararnos para afrontar de mejor manera las situaciones de nuestro entorno, ya que cada una de ellas tiene una función. Sin embargo, cuando la intensidad, frecuencia y duración de alguna de ellas nos lleva a tener conductas que nos cusan problemas a nosotros mismos o a los demás, o cuando nos ponen en peligro o a las otras personas, cuando dejan de ayudarnos a adaptarnos a nuestro medio ambiente, es necesario aprender a regularlas.